Wednesday, September 28, 2005

El Caballo que Aprendió a No Comer

Había un señor que tenia un carretón tirado por un caballo que prestaba servicios de flete. Este señor le tenía cariño al animal, lo necesitaba y lo cuidaba mucho. Un buen día llegó un consultor de derecha y le dijo que mimaba mucho a su caballo, que éste tenía mucha grasa, que gastaba mucho en alimento; que debía enseñarle a no comer y así el caballo perdería grasa, sería mas eficiente y productivo y le quedaría mas dinero para su familia y para emprender nuevos negocios.

Tiempo después se encontraron y el consultor le pregunto como le iba con su recomendación a lo que el fletero le contestó: al principio todo iba bien, el caballo comenzó a comer menos, perdió grasa, hacía el trabajo en un menor tiempo y yo ganaba mas dinero y gastaba menos…. Hasta ahí, todo bien, continué con su recomendación hasta que el caballo aprendió a no comer. Desde ese día no tengo negocio, no tengo ingresos y no tengo caballo.

La lección del Huracán Katrina y la devastación que existe en Nueva Orleáns tiene mucho que ver con el cuento del caballo que aprendió a no comer. Desde Reagan en adelante, la derecha americana ha predicado que el gobierno tenía mucha grasa, que era ineficiente y poco productivo. Que la burocracia ahogaba al mundo privado, que inhibía la iniciativa individual, que se prestaba a corrupción y desidia.

El gobierno del Presidente Bush, al igual que el dueño de caballo, desoyó las advertencias de riesgo de un huracán en Nueva Orleáns, disminuyó el gasto en reparación de diques de contención –los que se rompieron con el huracán-. Disminuyó el presupuesto de la agencia para las emergencias (FEMA), desvalorizó y desprestigió el servicio público lo que provocó una reacción tardía del gobierno generando un caos social y sanitario, pudiéndose haber evitado muchas muertes y vandalismo. Los efectos de Katrina no fueron por exceso de grasa en el gobierno sino que fueron por falta de musculatura capaz de reaccionar fuerte y rápido ante el desastre.

“Exceso de grasa en el gobierno”. De tanto repetirlo, ya es casi como una ideología que se propaga por el mundo. En Chile también esta presente. ¿Cuántas veces se lo hemos escuchado a Lavín y Piñera y a otros políticos de centro derecha durante los últimos años?

El Estado debe contar con los recursos para promover y resguardar el bien común, su razón de ser que nunca debe olvidarse ni postergarse. Los servidores públicos deben ser reconocidos en sus meritos y no constantemente denostados; y las debilidades humanas expresadas en casos de corrupción y desidia se combaten con fuerte fiscalización y procedimientos transparentes y no con un Estado débil o reducido.

Para los norteamericanos, Katrina está siendo un punto de inflexión en cómo entender y conducir el Estado. Ojalá que la lección de este huracán también llegue a Chile y lo haga con rapidez antes que nos veamos expuestos a una situación tan desastrosa como Katrina.